La moral comunista

C. MARX

INTRODUCCION A LA CRITICA

DE LA FILOSOFIA HEGELIANA DEL DERECHO

( Fragmento)

. . . La miseria religiosa es, de una parte, la expresión de la miseria real y, de otra parte, la protesta, contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura  agobiada,  el estado de ánimo de un mundo  sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo.

La superación de la religión como dicha ilusoria del pueblo es la exigencia de su dicha real. Exigir sobreponerse a las ilusiones acerca de un estado de cosas vale tanto como exigir que se abandone ·un estado  de cosas que necesita de ilusiones. La crítica de la religión es, por lo tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas que la religión rodea de un halo de santidad.

La crítica no arranca de las cadenas las flores imaginarias para que el hombre soporte las sombrías y escuetas cadenas, sino para que se las sacuda y puedan brotar las flores vivas. La crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, para que actúe y organice su realidad como un hombre desengañado y que ha entrado en razón, para que gire en torno de sí mismo y de su sol real. La religión es solamente el sol ilusorio que gira en torno del hombre, mientras éste no comience a girar en torno  de sí mismo. . .

C. MARX  Y F. ENGELS

LA SAGRADA FAMILIA  O

LA CRITICA DE LA “CRITICA CRITICA»

(Fragmento)

. . . Si el hombre forma todos sus conocimientos, sus sensaciones, etc., en base al mundo de los sentidos y de la experiencia dentro de este mundo, de lo que se trata es. consiguientemente, de organizar el mundo empírico de tal modo que el hombre experimente y asimile lo que es verdaderamente humano, que se habitúe a conocerse como hombre. Si el interés bien entendido es el principio de toda moral, lo que importa es que el interés privado del hombre coincida con el interés humano. Si el hombre no goza de libertad en sentido materialista, es decir, si es libre, no por la fuerza negativa de poder evitar esto o aquello, sino por el poder positivo de hacer valer su verdadera individualidad, no deberán castigarse los crímenes en el individuo, sino destruir las raíces antisociales del crimen y dar a cada cual el margen social necesario para exteriorizar de un modo esencial su vida. Si el hombre es formado por las condiciones, será necesario hacer que éstas sean humanas. Si el hombre es social por naturaleza, desarrollará su verdadera naturaleza en el seno de la sociedad, solamente allí, razón por la cual debemos medir el poder de su naturaleza, no por el poder del individuo concreto, sino por el poder de la sociedad.

F . ENGELS

DISCURSO DE EBERFELD

( Fragmento)

8 de febrero de  1815

. . . En la sociedad comunista, donde los intereses de los hombres, de cada miembro de la sociedad, no se hallan en contradicción, sino que se confunden, la competencia desaparece. No se trata, por cierto, de la ruina de tal o tal clase ni de las clases en general, como en nuestros días, por ejemplo, de los ricos y de los pobres, puesto que en la producción y distribución de los bienes necesarios para la vida desaparecen el beneficio privado, el deseo de cada uno de enriquecerse a cualquier precio [ . . .]

Para protegerse de los crímenes, de los actos de violencia no disimulada, la sociedad tiene necesidad de un vasto y complejo  organismo  de  poderes  administrativos y jurídicos, que requiere una inversión ilimitada  de trabajo humano. En la sociedad comunista también esto será mucho más simple, precisamente, por extraño que pueda parecer, porque en esa sociedad la administración debe ocuparse no sólo de ciertos aspectos de la vida social, sino de ésta en todas sus manifestaciones, en todos los planos. Nosotros hacemos desaparecer el antagonismo entre el individuo y sus semejantes, a la guerra social oponemos la paz social, arrancamos de raíz el crimen y hacemos así inútil la  mayor  parte,  la  enorrne  mayoría    de las actividades de la administración y de los poderes judiciales actuales. A partir de ese momento los crímenes pasionales van cediendo cada vez más su lugar a los crímenes por cálculo, por interés; disminuye el número de crímenes contra la persona y aumenta el número de los que se cometen contra la propiedad . . . Los crímenes contra la propiedad desaparecen por sí solos cuando cada uno recibe lo que necesita para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, cuando dejan de existir las gradaciones y diferencias sociales. La justicia criminal desaparece por sí sola; la justicia civil, que se ocupa casi exclusivamente de las relaciones patrimoniales, o en todo caso de las que tienen por premisa el estado de guerra social desaparece también; los procesos, que en la actualidad son el resultado natural de la animosidad reinante no serán más que raras excepciones, y podrán ser dirimidos fácilmente por un tribunal de arbitraje. Asimismo, en el estado de guerra permanente lo que da origen a las actividades de organismos tales como la policía y toda la administración, que no hacen otra cosa que cuidar que esa guerra permanezca disimulada. sea indirecta, que no degenere en violencia abierta, en crimen. Pero así como es mucho más fácil mantener la paz que impedir que la guerra desborde determinado marco, es también infinitamente más sencillo administrar una sociedad comunista que una sociedad donde lo que impera es la competencia. La civilización ha enseñado ya  a los hombres  considerar de su interés el  mantenimiento del orden público, la defensa de la seguridad pública, y tornado  superfluas al máximo la  policía,  la administración y la justicia,  ¡cuánto más válido no será todo ello en una sociedad en la que la comunidad de intereses se erija como principio fundamental, en la que el interés público  no  se  distinga  ya  del individual ! Lo  que  se ha logrado ya a pesar de las instituciones sociales será multiplicado varias veces cuando las instituciones  sociales; en vez de oponerse a ello lo estimulen ! . . .

Fuente: Pág 15-18 Libro «La Moral de los Comunistas» Editorial Anteo

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