¿ Es la mente humana un simple reflejo de la materia?

Bajo el punto de vista marxista, el conocimiento humano supone el desarrollo de un proceso entre el mundo sujetivo (inteligencia, conciencia, pensamiento) y el mundo objetivo (realidad objetiva, existencia). Ese proceso implica dos elementos: el reflejo de la realidad en la mente y la existencia de una contradicción entre los dos.

El Presidente Mao no desarrolla el punto de vista filosófico sobre el reflejo, ni explica los pormenores constitutivos de la contradicción entre el pensar y el existir (entre teoría y práctica, mundo subjetivo y objetivo, etc.). Los da por supuestos y basa todos sus razonamientos en ellos.

En relación con el «reflejo», dice, por ejemplo: «Para reflejar plenamente una cosa en su totalidad, para reflejar su esencia y sus leyes internas, hay que proceder a una operación mental… »

Respecto a la contradicción, la señala claramente cuando dice: «… en la contradicción entre la práctica y la teoría… »

El sentido de reflejo es fundamental para describir el proceso del conocimiento, y la contradicción constituye su esencia. Los rusos han tratado de puntualizar su alcance: «Al definir el conocimiento como reflejo, el materialismo dialéctico supone que el conocimiento, siendo la reproducción de la realidad en la conciencia del hombre, no puede ser otra cosa que el reflejo del mundo objetivo. No son las cosas mismas o sus propiedades y relaciones las que existen en la conciencia del hombre sino IMÁGENES mentales o reflejos de ellas que llevan más o menos exactamente las características de los objetos conocidos y son en este sentido, similares a ellos.»

De ahí que si Lenin comparó la mente humana con un espejo, esto no quiere decir, como algunos occidentales sostienen, que para Lenin o cualquiera de sus discípulos, Mao incluido, la mente humana funcione sólo como un espejo, limitándose a reflejar o fotografiar el exterior.

En el materialismo dialéctico, el reflejo tiene DOS aspectos, pasivo y activo que se relacionan con los DOS aspectos del problema del cambio de posición en la unidad de teoría y práctica. Las críticas a la interpretación «materialista mecanicista» son, justamente, una de las manifestaciones permanentes de todo marxista. Por eso los rusos se apresuran a citar a Lenin cuando dice: «El conocimiento del hombre no solamente refleja el mundo objetivo sino que lo crea también»

Roger Garaudy en su libro «DE L’ANATHEME AU DIALOGUE» matiza esta cuestión, diciendo: «Cuando los marxistas hablan de ‘reflejo’ no entienden con ello de ningún modo, el definir las leyes sino solamente la naturaleza del conocimiento, ya que la comparación con el espejo es válida únicamente en un sentido.»

Para él como para Lenin, «el conocimiento es a la vez REFLEJO y PROYECTO». Y por eso sugiere el término «modelo» ya que en él, el aspecto activo del conocimiento está perfectamente recogido. «La noción de ‘modelo’ tiene el mérito», dice, «de unir en ella esos dos momentos del reflejo y del proyecto»

Pocos conceptos, en verdad, han dado lugar a tantas tergiversaciones como el de «unidad dialéctica entre la teoría y la práctica». Es frecuente considerar que esa ‘unidad’ queda establecida si se actúa en la práctica CON la teoría, dentro de una identidad o igualdad entre las dos.

De hecho, la relación dialéctica entre los dos factores se define con mayor precisión y claridad al decir que la teoría (pensamiento) está dirigida CONTRA la realidad objetiva para cambiarla o transformarla. Y solamente a través de esos cambios o transformaciones, podremos a su vez, cambiar o transformar nuestro pensamiento para elevarlo de ignorancia a conocimiento, de conocimiento superficial a conocimiento profundo, o del error a la verdad.

Los términos ‘unidad’ e ‘identidad’, significando ‘igualdad’ entre el mundo subjetivo y el objetivo, suponen un enfoque metafísico. En dialéctica, ambos términos significan esencialmente, como sabemos, lucha, división y cambios. El Profesor Yang Sien-chen traza de modo expeditivo la línea de separación entre los dos enfoques: «La identidad en metafísica y la identidad en dialéctica son dos categorías diferentes»

La unidad dialéctica o contradicción entre teoría y práctica supone, pues, DOS cambios en DOS sentidos -en el plano de la práctica y en el de la teoría, y un avance y progreso en cada uno de ellos. Los cuatro aspectos están interconectados. Esta es la razón por la que en vez de hablar siempre de ‘unidad entre teoría y práctica’, se emplee también el término «interacción» de ambas.

Mao insiste repetidamente, a lo largo de su estudio, en el valor primordial de la transformación objetiva para el desarrollo del conocimiento. «Si quieres conocer -dice- tienes que participar en la práctica transformadora de la realidad». Y define el «movimiento materialista dialéctico del conocimiento» como «movimiento de profundización gradual del conocimiento, surgido sobre la base de la práctica transformadora de la realidad». Por eso apostilla, sin olvidar lo fundamental: «Si quieres conocer la teoría y los métodos de la revolución, tienes que participar en la revolución».

Los cambios del mundo subjetivo corresponden a DOS ‘saltos’ en el proceso de su desarrollo. «… el hombre no ve al comienzo más que las apariencias, los aspectos aislados y las conexiones externas de las cosas». «Esta etapa del conocimiento se denomina etapa sensorial, y es la etapa de las sensaciones y las impresiones». «A medida que continúa la práctica social, las cosas que en el curso de la práctica suscitan en el hombre sensaciones e impresiones, se presentan una y otra vez; entonces se produce en su cerebro un cambio repentino (un salto) en el proceso del conocimiento y surgen los conceptos. Los conceptos ya no constituyen reflejos de las apariencias de las cosas, de sus aspectos aislados y de sus conexiones externas, sino que captan las cosas en su esencia, en su conjunto y en sus conexiones internas. Entre el concepto y la sensación existe una diferencia no sólo cuantitativa sino también cualitativa. Continuando adelante, mediante el juicio y el razonamiento, se pueden sacar conclusiones lógicas». Esta es la segunda etapa del conocimiento, denominada «racional», «conocimiento lógico».

Se ha efectuado el primer salto o cambio cualitativo del conocimiento sensorial al conocimiento racional o lógico. Y este primer salto conduce al segundo. «La función activa del conocimiento no solamente se manifiesta en el salto activo del conocimiento sensorial al racional, sino que también, lo que es más importante, debe manifestarse en el salto del conocimiento racional a la práctica revolucionaria».

Si la parte activa del conocimiento se manifiesta en los DOS saltos, los dos aspectos de la concepción del reflejo -activo y pasivo- nacen de la dependencia que la teoría tiene de la práctica, debido a que «el conocimiento comienza por la práctica, y todo conocimiento teórico, adquirido a través de la práctica, debe volver a ella».

Según esa visión apuntada de que el conocimiento auténtico nace de la experiencia, cabe preguntarse: ¿De qué experiencia provienen mis conocimientos, de mi propia experiencia o de la de los demás? Y la respuesta ha de ser: De las DOS, en determinadas condiciones. Mao es claro a este respecto:

«Todo conocimiento auténtico nace de la experiencia directa. Sin embargo, el hombre no puede tener experiencia directa de todas las cosas y, de hecho, la mayor parte de nuestros conocimientos proviene de la experiencia indirecta… »

Hay que tener en cuenta como dice Mao, que «lo que para mí es experiencia indirecta, constituye experiencia directa para otros» y merecerá mi confianza «si reflejan de un modo científico la realidad objetiva».

Asimismo, cabe preguntar: ¿Es esta una concepción materialista o espiritualista? La respuesta es: Las DOS bajo ciertos puntos de vista o condiciones determinadas. El aspecto esencial del materialismo lo indica el Presidente Mao, diciendo: «El conocimiento comienza con la experiencia: este es el materialismo de la teoría del conocimiento». ¿Por qué es «eso», materialismo? Mao no nos lo explica ya que, sin duda, no lo estima necesario, puesto que el materialismo considera el pensar como una «cualidad» de la materia, del cerebro, y que, si bien es distinto del cerebro, no es independiente de él. De la misma manera que el gusto o sabor es una facultad de la boca, distinta, pero no independiente de ella.

El aspecto espiritualista resalta por el valor que en la concepción dialéctica juega la conciencia (voluntad, ideas, teorías, etc.). Esta, en determinadas circunstancias, puede ejercer el papel más importante y decisivo en su relación con el mundo objetivo, según hemos estudiado con anterioridad. Por esto habla Mao de «transformar lo subjetivo en objetivo», o como dicen con frecuencia los escritores chinos, siguiendo lo expresado por Mao y los fundadores del marxismo, «la transformación del espíritu en materia y la materia en espíritu».

Fuente: Uno se divide en dos -Antonio de Irala- pág 96-98

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